Opinión
Comentocracia cultural
Por Juan Pablo Guerra
El último gran lastre de la cultura en Tijuana ya está dando patadas de ahogado.

En Tijuana existe un sector dentro del gremio cultural, que todos conocen y es fácil de apuntar. Mencionarles por nombre sería darles una audiencia nueva que no se merecen, pero creo que es prudente hablar de ellos como lo que son, una especie en peligro de extinción, prontos a desaparecer en parte por el paso del tiempo, en parte por el empuje de aquellos que llevan una vida peleando contra sus mañas.

Quizás es un tema insignificante en el gran esquema de las cosas, pero es un hecho que la comentocracia cultural de Tijuana es quizás el último gran lastre que la ciudad carga en términos de cultura.

Si somos honestos, estos individuos tienen una razón histórica por la cual existir. La centralización de la cultura (y la gobernanza) en México son una realidad innegable. El que aparezcan figuras dispuestas a pelearse con los organismos federales y las estructuras culturales de la Ciudad de México para exigir que el flujo de recursos para que la cultura no se estanque en todo el país es absolutamente necesario.

En cierto modo, este sector es necesario, sin embargo algunos de ellos aquí en Tijuana, como buenos embaucadores, de un tiempo para acá se percataron de un agujero ético del cual se podían aprovechar a manos abiertas.

Siempre y cuando se levantaran de sus tronos de vez en cuando para hacerla de tos sobre alguna situación (recortes presupuestales a la cultura o educación, falta de claridad en el gasto y despilfarro de recursos en el centro del país), con una mano podían manifestarse y con la otra podían solicitar recursos para "ampliar la cultura" de la región fronteriza.

Pero como buenos dragones que son, se volvieron profundamente codiciosos, y para poder seguir sentados en sus pilas de oro, necesitaban tomar parte de algunas de las prácticas que anteriormente criticaron.

Por un lado, usaron los medios de comunicación (y uno que otro fenómeno de circo) que les permitían sus mezquindades para criticar todo aquello que no les parecía "buena cultura", volviéndose ellos en los árbitros de que es "alta" y "baja" cultura, una herramienta utilizada repetidamente en el centro del país para desprestigiar todo aquello que no le parece a la elite cultural.

Claro que están dispuestos a tener excepciones con sus amigos, que quizás no cumplen con todos sus estándares, pero que saben que con una pulida los pueden vender como cosas exóticas en el centro del país, por el precio apropiado.

Por el otro, se desplazaron a los pocos lugares donde existía un presupuesto para la cultura y los agarraron como rehenes. Desde ahí comenzaron a dividirse lo poco o mucho que había de recursos y se comenzaron a aventar una papa caliente de recursos públicos.

Y si es que alguien que no les agrada llega a esos lugares, a pesar de que ya no tienen el mismo arsenal de antaño, usan todas sus herramientas para desprestigiar o atacar con una serie de argumentos que solo pasa a demostrar que lo que verdaderamente critican es la perdida de sus lujos y no el cambio de ideología al frente de los organismos.

Este último caso lo vemos claro en las quienes hoy se encuentran frente a los organismos culturales de la ciudad. Aunque debe decirse que existen errores claros y áreas de oportunidad (nada es perfecto en el mundo del arte), lo cierto es que el avance va lento, pero va.

Sin embargo, ese avance no le parece a algunos, que incluso usaron a los grupos de ultra derecha en Tijuana y los alrededores para hacer un escándalo en contra del CECUT debido a la presentación de la obra de teatro "La mama, Cabaret", esperando que siguieran teniendo el mismo empuje de antaño, tristemente ni a las 10 mil firmas llegaron y la obra se presentó sin problema alguno.

Este fue un primer intento, seguro vendrán varios y más de uno, en especial aquellos que aseguran que la cultura en la ciudad se les debe a ellos (aunque tienen de artistas y empresarios lo que yo tengo de astrofísico) estarán a la espera de que su poder les sea regresado en la siguiente administración y puedan poner nuevamente a sus amigos en los puestos necesarios para poder regresar a las andadas.

De todo corazón, espero que no sea el caso, que el trabajo que se está haciendo ahora en los organismos culturales no solo se siga, también que se expanda, que se entienda que no solo desde lo gubernamental se hace cultura y que no solo podemos apoyar compartiendo cosas en redes sociales.

Hay un mundo de artistas en Tijuana (y en todo Baja California) que se merecen ser tratados con más respeto de lo que han recibido, incluso de estas administraciones en todos lo niveles.

Los dinosaurios de la cultura siempre estarán rondando, son un problema necesario, seguirán pidiendo un trato especial, seguirán exigiendo un derecho divino que no les pertenece, seguirán queriendo derrochar el dinero del erario público, pero el tamaño de ese problema puede reducirse considerablemente, siempre y cuando el público haga su parte del trabajo.

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